lunes, 10 de diciembre de 2012

un basural que contamina hasta la argentina



Brasil cerró el basural más grande de América latina


Ayer dejó de recibir residuos el basural más grande de América latina y uno de los más grandes del mundo, el Jardim de Gramacho, en Rio de Janeiro. Sí, adivinaron, a pesar de que las promesas de su clausura se repitieron hasta el hartazgo la próxima cumbre Rio+20 y el próximo mundial en 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, consiguieron lo que parecía una utopía.
Sin embargo, no todos están contentos. Según informa la agencia AFP, el cierre del lugar deja sin trabajo a más de 1.700 personas que escalaban las montañas de basura diariamente para rescatar plásticos, papeles, metales y cualquier otro material reciclable de entre las 9.000 toneladas de desperdicios que llegan allí a diario. Esos trabajadores, conocidos como “catadores”‘, recibirán una indemnización de la municipalidad, pero no podrán trabajar en el sitio que reemplazará a Gramacho, el vertedero Seropedica de alta tecnología, adonde ya va a parar la mayor parte de los desperdicios de la ciudad.
“Cuando vienes por primera vez sientes que no podrás trabajar aquí, pero te acostumbras, te haces de amigos y te das cuenta de que es un buen trabajo”, dijo Lorival Francisco dos Santos, un hombre de 46 años, del empobrecido nordeste de Brasil, que lleva 13 años trabajando en el vertedero.
“Desde hace años que le venimos diciendo a los catadores que esto cerrará, pero ellos pensaban que eso no iba a suceder”, declaró el director de Gramacho Lucio Alves Vianna. El basural surgió en unos pantanos en 1978 y durante casi 20 años funcionó casi sin supervisión. Su piso no tenía forma de impedir filtraciones de los desperdicios tóxicos que van a parar allí y los fétidos jugos producidos por los materiales orgánicos en descomposición iban a parar al agua, por lo que en la bahía no se podía nadar.
En 1996 las autoridades municipales intervinieron y prohibieron que menores trabajasen allí, registraron a los catadores y dispusieron que sólo se arrojasen allí la basura de las residencias de Río y de otras cuatro ciudades vecinas.
La preocupación por la contaminación hizo que se empezase a hablar de cerrar el sitio y de aprovechar la energía derivada de la descomposición de los 60 millones de toneladas de desperdicios que se calcula hay allí. Más de 200 pozos atraparán el dióxido de carbono y metano que emanan de la basura y los harán llegar a una instalación controlada por la petrolera Petrobras. Según la promesa oficial, se espera que la venta de créditos de carbón y de biogas genere unos 232 millones de dólares en los próximos 15 años, parte de los cuales serán entregados a los catadores. Se espera que con el cierre de Gramacho y el uso de una instalación más moderna se reduzcan las emisiones de ese gas en 1.400 toneladas por año.

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